Querido Juan Antonio:
No nos conocemos personalmente pero hoy, cuando acudía fiel y casi ansioso a mi cita del lunes contigo a través del podcast, me he topado con la sorprendente, impactante e hiriente noticia de tu fallecimiento. Una marrullera jugada del corazón te ha apartado de la legión oyentes y simpatizantes que te seguíamos. Ese corazón que tenías henchido de historias épicas, de grandes gestas, de grandes historias que lograbas trasladarnos con tanta pasión pero con la rigurosidad y fidelidad de un ratón de biblioteca que se emociona descubriendo a fondo la vida de los personajes que siempre hemos estudiado o leído en las grises páginas de los libros de texto o las planas crónicas académicas. Tú has conseguido que me interese por esos "antipáticos" reyes godos; que vibre con la toma de Jerusalem por los Cruzados; que descubriera las rivalidades más encondas de la historia; que me sienta uno más de los defensores de Zaragoza en el sitio por los gabachos;que conozca y empieze a entender la idiosincracia de ese no tan pequeño genial corso llamado Napoleón... además de lograr involucrarme con el conocimiento y defensa de la naturaleza, interesarme por rutas mágicas y misteriosas por muchos rincones de España. Tantas y tantas cosas que he aprendido o empezado a investigar gracias a la voracidad que ha despertado en mí tus narraciones, tus clases magistrales.
Tengo la sensación de haber perdido a ese viejo maestro que logra despertar en tí la ilusión por aprender cosas nuevas y reinterpetar, rescatar y revivir otras muchas que yacían al fondo del baúl de los recuerdos.
Muchas gracias por todo esto y por muchos más, noble caballero de las ondas.
¡Honor y Fuerza!
